martes, 29 de agosto de 2017

Siguen los problemas del INEGI

El organismo del gobierno de México para producir estadística es una nueva víctima de la manipulación política (ver este y este). Antes pasaron por ahí el de Argentina, de Grecia, de Egipto, En este caso se trata de cifras relativas a la medición de la pobreza: hace un año se modificó la metodología de medición de ingresos y se perdió la comparabilidad histórica.

Es por ello que deben adoptarse prácticas para dar credibilidad: relevancia a temas de política, credibilidad entre usuarios de datos, confianza entre proveedores de datos e independencia de influencias políticas.

En este momento, es difícil defender al INEGI en el cuarto punto. Los nombramientos de directivos han sido altamente politizados (esto desde la década pasada, no sólo en la administración actual) y no hay procedimientos transparentes de convocatoria y consulta.

En mi opinión, tampoco en el primer punto hay buenos resultados, pues la agenda del INEGI depende en forma importante de los programas del gobierno en turno. Quitando la encuesta de empleo, en realidad no hay ninguna encuesta social importante. La muy discutida Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares encuentra su razón de ser en construir el índice de precios al consumidor; ante la deficiencia de otras fuentes de información, los investigadores de temas sociales la emplean.

En términos prácticos, el INEGI sigue siendo una agencia de los años setenta a la que se han añadido muchas pc's. El servicio al usuario es deficiente: la documentación de las bases de datos es pobre, la página de internet es difícil de usar, no se han desarrollado bases usando registros administrativos.

No es un problema de "personas" o de corrupción. No es un agencia que maneje flujos de dinero importantes, de manera que si hay corrupción será en el área de compras, lo que es jugar para par en el gobierno federal. Sobre el personal, mi experiencia es que en general es de una orientación profesional y capacitación adecuada. Es un problema de orientación estratégica, dominada por motivos de control político. El propio INEGI tiene en su sitio una entrada sobre el problema de la credibilidad.

Lo que me parece más notable de este episodio es que después de un año del inicio del escándalo, el INEGI no pudo tomar la decisión de producir cifras comparables con las históricas. Eso denota un error en la orientación del organismo: los directivos y el gobierno tienen una idea "técnica" de lo que es la pobreza y el ingreso y la quieren imponer. En realidad, es una idea impulsada por una agenda política de fin de administración y por ello ha resultado en tal fiasco.

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