El tema del salario mínimo ha resurgido en México. No como
consecuencia de un debate de política, sino de que la inflación se ha disparado,
y de las reglas de largo plazo que el gobierno se ha fijado en el ámbito
monetario. Es posible que también esté
jugando que el gobierno federal requiere cobertura política para las elecciones
presidenciales de 2018.
Es bien sabido que el salario mínimo en México es el más
bajo de la región americana. Una causa directa es que el gobierno federal
adoptó al final de los ochenta una política de incrementarlo en la inflación
esperada, bajo la hipótesis de que ello es indispensable para que la inflación
sea baja. En la práctica, la realización de la inflación ha sido superior a la
esperada con mayor frecuencia que el evento contrario, y así el salario mínimo
se ha quedado atrás.
Desde los primeros estertores de la Gran Recesión, en el
verano de 2007el salario real ha seguido un proceso de crecimiento lento: en
enero de 2007 era $324, en 2015 era $331 y en 2016 era $334 (a valores de abril
de 2017; uso el salario de los trabajadores afiliados al seguro social). El crecimiento de 2000 a 2006 fue una mezcla
del regreso de la “Crisis Tequila” de 1994-95, cuando los salarios reales cayeron
26%, y de la recesión de las dot.com, que se dio con crecimiento de salarios
pero no del empleo.
En las gráficas mostramos el salario promedio de
trabajadores afiliados a la seguridad social de enero de 2000 a diciembre de
2018 (pronóstico a partir de abril de 2017). Para lo que queda de 2017 y 2018
suponemos inflación de 7 y 5%, respectivamente (la segunda es la cifra a la que implícitamente se refiere el
Banco de México en documentos oficiales: llegar a la cota superior
de la meta de largo plazo al final de 2018, lo que significa 4% o más ese año),
y un crecimiento anual real del salario general de 1%.
Por su parte, el salario mínimo ha estado en un cociente
prácticamente constante con el salario general desde 2007, pues la inflación
fue baja y los pronósticos de inflación tuvieron un error también bajo (es
decir, deja de perder terreno desde 2007). En la gráfica de salario mínimo se
ve un ganchito, un bastón de hockey al final: este es el escenario de lo que
ocurrirá si el gobierno no da un aumento de emergencia al salario mínimo. Con
supuestos de inflación un poco más bajos (y poco probables) los resultados son esencialmente
los mismos; con inflación más alta, estamos de regreso en los ochenta, con
cambios frecuentes para evitar que el salario mínimo quede muy atrás.
En los últimos 25 años, no ha preocupado mucho al gobierno
que el salario mínimo caiga después de una devaluación y un ajuste muy grande a
los precios públicos (que es la motivación para que el banco central haya
promovido la inflación). Sin embargo, ahora hay un par de factores políticos
que están empujando el ajuste. Primero, el grupo político que gobierna la
Ciudad de México propuso un incremento muy elevado, y si bien la propuesta ha
tenido poca resonancia entre la población, ante el mutismo del gobierno federal
es seguro que algún candidato de oposición a las Presidencia tome la bandera
(esto es, para las elecciones en 2018).
En la última gráfica, la propuesta de ese grupo (actualizada) sería de
un salario mínimo de $181 pesos. Segundo, previendo que la política económica
iba a generar inflación, en 2016 el gobierno prometió elevar el salario mínimo
por arriba de la inflación anunciada (aunque en mi opinión el gobierno ya sabía
que sus políticas iban a generar inflación). Así, se dio un incremento de 9.6%,
pero el colchón se está acabando pues la inflación de precios públicos está
cerca de 13% y la de mercancías de 6%. La inflación total es menor porque la
inflación de servicios es 3.1%, pero esto no son buenas noticias para la
popularidad del gobierno, pues baja inflación de servicios significa bajo
crecimiento de ingresos de proveedores intensivos en personal (escuelas,
restaurantes) o de clase media (rentistas). En resumen, la población está
viviendo una inflación arriba del 6 o 7% que se espera en promedio.
En la gráfica vemos pronósticos del valor del salario mínimo
para diciembre de 2018. La columna de $87.6 es resultado del estatus quo, que en mi opinión es la más
probable (no la mejor). La de $181 es la ya mencionada del grupo del alcalde de
la Ciudad de México. La de $96 y $112 son las que se hubieran dado si la
política hubiese sido mantener el valor real desde 2002, y si se hubiese
incrementado en 1 punto porcentual por arriba del salario general.
En un documento hace tres años analicé
las opciones de política de salario mínimo; creo que ese análisis sigue
vigente. El salario mínimo es una de las variables de política más intensa y
agriamente debatidas, así que nadie puede esperar políticas de consenso. Pero
no deja de llamar la atención cómo el gobierno de México ha seguido por décadas
y media una política de hierro bajo la idea de que el salario mínimo es causa
de la inflación. Una regla de ajuste con base en el salario general y la inflación
disminuiría la politización del tema y permitiría una política constructiva y
evolutiva de largo plazo.
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